Tener dientes blancos y brillantes es el sueño de cualquiera, y para lograrlo debimos haber sido precavidos de antemano, con un correcto cepillado e higiene bucal. Pero a no desanimarse, existe un tratamiento que nos permitirá gozar de una sonrisa deslumbrante. La odontóloga María Belén Picco nos explica todos los detalles sobre el blanqueamiento dental.

Es muy frecuente en mi labor diaria la consulta de los pacientes por las técnicas de blanqueamiento. Mejorar el color de los dientes y obtener buenos resultados estéticos preocupa a hombres y mujeres de distintas edades. Esta claro que a todos nos gustaría lucir una bonita sonrisa, brillante y blanca, como las que se ven en las publicidades de la TV.

Mucha gente posee dientes manchados o que han perdido su color blanco con el paso del tiempo, y consultan sobre cómo “embellecer su sonrisa”. Sin embargo, poco puede hacerse para mejorar la coloración, ya que la única acción que podemos realizar es preventiva, esto es, evitar fumar y consumir diariamente sustancias que tiñen, como el café, mate, gaseosas, etc. Además, es muy importante conservar una correcta higiene bucal. Cuando los dientes ya están manchados, ya es tarde para los métodos preventivos.

Existe una idea que supone que con agua oxigenada se pueden blanquear los dientes, pero esto no es verdad. El agua oxigenada de uso odontológico es de 10 volúmenes, una concentración muy baja que sirve sólo para uso curativo (post extracciones o para heridas bucales) pero no para blanqueamiento.
Entonces, la única opción que queda es realizar un blanqueamiento dental.

Cuando un paciente consulta por este tratamiento, es importante realizar un correcto diagnóstico, determinar las causas de las pigmentaciones y respetar las indicaciones y contraindicaciones de esta técnica, para lograr un resultado satisfactorio. Nunca debemos dar falsas expectativas al paciente ya que si los efectos no son los esperados, resultará frustrante para ambas partes.

Hay muchas causas que pueden provocar cambios de coloración en los dientes, entre ellas encontramos:

- Enfermedades: Hay muchas enfermedades que pueden provocar cambios de color, como son las llamadas congénitas (las que se producen antes del nacimiento), la fluorosis (muy común en lugares donde el agua que se consume posee alta concentración de flúor) las producidas por consumo de antibióticos (tetraciclina), entre otras.

- Consumo: Cuando el diente ya esta en boca, se mancha generalmente por el consumo de elementos que tienen muchos pigmentos poderosos, como el mate, té, café, jugos, nicotina, gaseosas, vino, etc.. También mencionaremos aquí a los trabajadores industriales que están expuestos a metales (cobre, níquel, mercurio, plomo, etc)

- Secuelas: Un tratamiento de conducto incorrecto o no tratado a tiempo, puede dejar como secuela decoloraciones en tonos rosas a violáceos. También el uso incorrecto de materiales de obturación (los que se usan para arreglar los dientes cariados, como la amalgama) puede dejar manchas grises oscuras.

- Golpes: Los golpes o fracturas de los dientes, si no son tratados a tiempo, toman coloraciones grisáceas.

- Envejecimiento dental: Con el paso del tiempo los dientes se ponen más amarillos.
No todas las patologías dentarias pueden tratarse simplemente con un blanqueamiento, por eso es muy importante realizar previamente un diagnóstico certero, y conversar con el paciente sobre las limitaciones de los productos.

El blanqueamiento se realiza en un grupo de dientes, generalmente, en el sector anterior, de canino a canino, es decir, los dientes de adelante. Puede hacerse en el consultorio o directamente en la casa del paciente, lo que se conoce como tratamiento ambulatorio.
Los productos que se utilizan son muy variados, la mayoría en base a peróxido de hidrógeno (para los tratamientos en el consultorio) y en base a peróxido de carbamida (para los tratamientos ambulatorios).

Tratamiento en el consultorio:

El blanqueamiento de dientes realizado en el consultorio consiste, básicamete, en hacer una buena limpieza previa de los dientes con cepillo. Luego, se aísla la encía para su protección, con productos especiales, y se aplica el gel blanqueador sobre la superficie dental, preparado según las instrucciones del fabricante. Hay variantes de las técnicas, a veces se utilizan cubetas hechas a medida, realizadas por el odontólogo en el consultorio.

El proceso de penetración del producto se activa con acción de una luz artificial especial. El tiempo necesario es generalmente de 15 a 20 minutos, y se repite de 2 a 3 veces, según el caso clínico, es decir, que generalmente el tratamiento dura una hora en total. Hay casos en que se hace una segunda visita al consultorio para repetir el procedimiento y lograr un mejor resultado.

Tratamiento ambulatorio o nocturno:

Esta técnica de blanqueamiento la realiza el paciente en su casa, con indicación y adiestramiento por parte del odontólogo. En este caso, se colocan cubetas para mantener el gel en contacto con los dientes, por alrededor de 8 horas. Generalmente, se realiza de noche (mientras el paciente duerme).
A diferencia del tratamiento anterior, los productos que se utilizan aquí son de baja concentración, lo cual implica que el proceso sea más lento y que el paciente pueda hacerlo sin riesgos.

En ambas técnicas se logran aclarar los dientes uno o dos tonos, puede existir algo de molestia en el tratamiento, y a veces hay sensibilidad dentaria, que desaparece después de algunas horas.

Cabe destacar que ninguna de las técnicas perjudica ni debilita la estructura dentaria.
También hay que tener en cuenta que si existen restauraciones previas en los dientes a blanquear, seguramente éstas deberán cambiarse, ya que no sufren acción de los blanqueadores, por ende parecerán más oscuras y provocarán desarmonía estética.

El blanqueamiento de dientes debe evitarse en mujeres embarazadas o lactantes, y en pacientes alérgicos a los productos que se utilizan. No se puede hacer en dientes con grandes caries que no han sido tratados, en dientes fracturados, encías inflamadas, o en personas con hipersensibilidad dentaria previa.

Tras finalizar el tratamiento, los dientes se encontrarán más susceptibles a ser manchados, por lo que el paciente debe seguir una “dieta blanca” durante al menos unas semanas, o mientras realiza el ambulatorio en su casa. Esto consiste en evitar el consumo de bebidas que tiñan, como el café, el mate, el té, jugos, gaseosas, o verduras como las espinacas o remolachas, y algunos enjuagues bucales (los que contienen clorhexidina).

Hay productos que se usan luego del blanqueamiento para complementar lo realizado en el consultorio, como una especie de mantenimiento. Cuanto más tiempo el paciente evite las sustancias que tiñen, más duraderos serán los resultados. Es fundamental no fumar.

También se suelen realizar medidas preventivas con baños de gel de flúor, posterior al blanqueamiento, en la misma sesión; y se indican pastas dentales o enjuagues bucales fluorados para que el paciente utilice en su casa después de lavarse los dientes.

Recuerda que la mejor manera de mantener los dientes bien blancos es realizar un correcto cepillado, y no abusar del consumo de alimentos que ya mencionamos.
Ante cualquier duda consulta a tu odontólogo para conocer la mejor manera de obtener esa sonrisa blanca que tanto anhelas.

María Belén Picco
MP 6611

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