Espiritualidad vs materialismo, la lucha por la felicidad
En la actualidad suele creerse que tener más implica ser feliz, cuando seguramente ocurre todo lo contrario. La felicidad esta en darle valor a las pequeñas cosas, esas que no compra el adinerado y que cualquiera puede acceder con solo abrir los ojos.
Hoy en día, el ser humano suele ser disconforme con lo que tiene. Parte de la razón para este descontento y por esta disconformidad es la publicidad, los medios de comunicación, y la cultura de consumismo en la que vivimos. Constantemente estamos siendo bombardeados por la publicidad diciéndonos que la mejor forma de vivir y de ser feliz es teniendo un coche del año último modelo, una casa grande en un sitio paradisíaco, teniendo una pareja que se parezca a las/los modelos de televisión, y con mucho dinero, entre otras cosas. Cuando por situaciones de la vida no podemos tener alguna de esas cosas nos sentimos poco exitosos, infelices e incompletos. Otras veces, la sociedad nos presiona porque no tenemos pareja o el mejor trabajo, y dejamos de ver las cosas que tenemos por pensar solamente en lo que nos falta.
Podemos dejarnos llevar por esta sensación y sentirnos miserables año tras año, siempre enfocándonos en lo malo que nos paso, o en lo que no tenemos, o también podemos enfocarnos en las cosas bellas de nuestra vida y dar gracias por lo que no nos falta. Es cierto que muchas veces pasamos por periodos en la vida que están llenos de obstáculos y malas noticias, pero es erróneo pensar que no ha habido nada bueno que nos haya pasado, hasta en los momentos más terribles. De igual forma, el dicho que cita: “no hay mal que dure 100 años, ni cuerpo que lo resista” es una buena frase para entender que los acontecimientos negativos son pasajeros y no debemos fijar nuestra atención en únicamente esos hechos.
Para sentirse bien con la vida que tienes debes dar gracias por las cosas que has conseguido; poquito o mucho, ten la seguridad que siempre hay alguien que está peor. Aunque este no es un consuelo, te ayudará a poner la situación en perspectiva. Da gracias por la salud que tienes, por la familia, los amigos, el trabajo, etc. y si alguno de estos te falta, habrá otras cosas que suman para que la balanza sea siempre positiva.
Cuando nos enfocamos demasiado en las cosas materiales y dejamos de lado las relaciones interpersonales y nuestro bienestar espiritual nos volvemos fríos y desinteresados en lo que nos rodea. Un día nos levantamos y nos sentimos vacíos y tristes sin razón aparente. Otras personas tienen más problemas en alcanzar lo que quieren en la vida y se vuelven tan automáticos y desdichados que olvidan las pequeñas cosas, que son las que realmente tienen la fuerza para hacernos felices.
En cualquier caso, la solución es enfocarnos un poco más en nuestra vida espiritual.
Diversos estudios aseguran que las personas que hacen trabajo voluntario o que están pendientes de las necesidades de otras personas suelen vivir más tiempo y con más calidad de vida. Al tener relaciones interpersonales significativas y llevarse bien con las personas que integran el circulo social, el sentimiento de felicidad va de la mano.
Ser mejor persona es una tarea de todos los días, es limpiar nuestra mente de pensamientos nocivos, tanto hacia nosotros mismos como hacia otras personas. Evitar los sentimientos y emociones negativas como el odio, el rencor, la depresión, la inconformidad, la envidia, etc. nos hará mejores personas, y no solo eso, nos hará también sentir mejor con nosotros mismos. Cuando las personas acumulan odio y rabia solo se hacen daño a sí mismas, su calidad de vida disminuye, y les cuesta más estar conformes con lo que tienen.
Aunque se nos atraviese en la vida obstáculos y situaciones que nos hagan infelices, debemos siempre tratar de ser mejores personas, más tolerantes y más limpios de corazón.
El artículo tiene toda la razón,buscamos la felicidad en las cosas materiales cuando está en nosotros mismos,realizando las actividades que nos gustan, ayudando a los demás y en el esfuerzo por mejorar.
El materialismo es una cadena que no nos deja avanzar en la senda espiritual,somos como peces que picamos siempre en el mismo anzuelo,la determinación y la constancia son herramientas que tenemos que tenerlas siempre bien afiladas para no decaer y triunfar al final de este camino.
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