El sexo en la pareja con el paso de los años
La sexualidad, como la pareja misma, va pasando diversas etapas con el paso de los años. Pero mantenerla activa será una parte muy importante para que la unión y el amor se mantenga con el correr de la vida.
Existe el mito de que la sexualidad y el tiempo no se acompañan. Sin embargo, los sexólogos más expertos saben que el sexo, como la pareja, puede recrearse permanentemente, con más intimidad, más madurez y más fantasía. La sexualidad madura es el mejor antídoto de toda crisis de pareja cuando el amor existe. El universo de la sexualidad es infinito y muchas parejas maduras tienen un sexo de mejor calidad que el que supieron tener siendo jóvenes.
El conocimiento del otro y la madurez adquirida juntos, la ternura que se siente por el compañero al que le conocemos todos sus defectos pero también todas sus virtudes, con el que estamos cómodas y nos quiere a pesar de nosotras mismas, ejercen un efecto afrodisíaco importante si, además, nos hemos liberado de muchos prejuicios. La vieja consigna de los años ’60, “Haz el amor y no la guerra”, tiene una dimensión de credo en las parejas maduras.
La sexualidad al inicio de la relación
Si eres una mujer madura, con muchos años de casada, lo sabes bien, si eres joven ya lo comprenderás. La sexualidad intensa, espontánea, basada en una atracción casi instintiva, animal, que surge a cada momento en el inicio de una relación y que no necesita de ningún esfuerzo, es difícil de repetir. Es un período bendito que dura algunos años. Te preguntarás cuál es la razón para que esa locura no dure toda la vida… muy simple, porque está basada en una fantasía del otro.
Al principio de una relación no estamos realmente enamorados de la persona real sino de alguien que creemos que “es”, y simplemente porque no la conocemos, proyectamos sobre el otro un fantasma. El príncipe encantado para ti, la mujer fatal para él…
A medida que vamos conviviendo, el fantasma que proyectamos va diluyéndose en favor de la persona real. En algunas parejas, ante la ausencia de convivencia por una distancia que han establecido entre ellos, la pasión tarda un poco más en desaparecer, y en otras (las menos y las más privilegiadas), la persona real que va apareciendo ante si es mucho más y mucho mejor que el fantasma proyectado, lo que los lleva a estar enamorados cada día más.
Si no te ha sucedido esto último, pero quieres mantener tu relación, debes aprender a negociar; si el príncipe encantado se esfumó pero el hombre real no está para desechar (lo mismo con la mujer fatal que dio paso a una gordita cariñosa) lo único que puede suplantar los encuentros sexuales violentos, febriles y apasionados es una sexualidad madura, que precisa de un poco de inversión, tanto de energía, como de tiempo y de fantasía.
¿Cómo lograr la madurez sexual?
Una madurez sexual se logra pasando del instinto a la construcción. El deseo, al principio, surge de manera espontánea e instintiva frente al “mejor”, al que es elegido justamente por eso, porque genera todas esas emociones que nos llevan al deseo. Pero, a medida que pasa el tiempo, su simple aparición no alcanza para provocar estas emociones y convocar al deseo mágicamente como sucedía al inicio. Podrías creer que el amor se apaga, aunque lo que sucede es que simplemente está cambiando de modo de ser.
Una vez que hayas constatado que el deseo no te asalta espontáneamente, ni tan seguido, deberás encontrar una forma de suscitarlo. Dicen los especialistas que la libido es una expresión de fuerza vital que reside en cada uno de nosotros, y lo único que debemos hacer es cultivar este deseo vital de otra manera, por ejemplo, compartiendo y reforzando el lazo que nos une.
El erotismo que no puede surgir del estímulo exterior debe surgir de una emoción positiva e intensa que sentimos por el otro, por ese otro que es nuestra pareja en la vida y que ahora elegimos conscientemente. Es ese otro por el que nos interesamos casi como por nosotros mismos, en quien confiamos y por quien sentimos un afecto profundo, amor.
El deseo, entonces, aparece por una vivencia sobre la que se apoya y alimenta la energía libidinal que se reinvierte en la pareja.
Tú eres responsable, como cada uno de nosotros, de la administración de tu deseo sexual. De tu plenitud de vida va a resultar la calidad de esta sexualidad íntima. Todo va a depender de la calidad narcísistica (suficiente o no) de tu “Yo” o “Ego”, y de tu capacidad para quererte a ti misma. (Recuerda que el Ego es la unidad que te constituye como individuo consciente). Por supuesto, también cuenta el plano fantasmático y la relación con el placer que tengas.
Si has formado una pareja casi simbiótica, donde el aspecto fusional de ambos no ha necesitado de nada o de muy poco del exterior, siendo autosuficiente, necesitarán una individualización, ser “uno mismo” para compartir con el otro una sexualidad madura.
Pero, sin lugar a dudas, cuando observas una pareja madura que sigue conversando, que se miran a los ojos con amor, que van tomados de la mano… esa pareja sigue manteniendo relaciones sexuales placenteras a pesar de los años y es esa llama que se mantiene gracias a una sexualidad madura, la que transformó pasión en amor.
La sexualidad activa en la edad adulta
Más allá del placer que procura una sexualidad activa, la misma, con el correr de los años tiene una función primordial, amarse refuerza el lazo amoroso y desamortiza las tensiones inevitables.
En la edad adulta, es mucho más tolerada la convivencia y la intimidad (no exasperan las torpezas, los olvidos, los defectos y carencias del otro) cuando la sexualidad es activa, e inversamente, su ausencia, debilita el lazo conyugal y expone a sus miembros a disputas y a la agresión.
Esto no comienza de pronto cuando se llega a cierta edad y cuando esto sucede es, sin dudas, una señal de que hay que corregir el rumbo y volver a ganar el terreno perdido. Es una señal (exasperarte por tonteras), de que debes adjudicarle el justo y necesario valor a la vida sexual de ambos, encontrar un tiempo y la energía para que vuelva a ser un encuentro con la persona que amas satisfactorio y ventajoso.
Si por diversas razones (niños pequeños, adolescentes conflictivos, cambios de trabajo, mudanzas, fallecimiento de los padres, etc.) has ido perdiendo el “timming” de la actividad sexual con tu pareja y ahora, superados los conflictos, los trastornos, los duelos, las ocupaciones sobredemandantes que suelen azotar a las personas cuando llegan a sus 45-50 años y amas a tu compañero, es hora de volver a encontrar el camino de la actividad sexual.
Verás que se puede llegar hasta el final de nuestras vidas disfrutando el hecho de ser acariciado y acariciar, ser besado y besar. Es mentira que el sexo es una cuestión de jóvenes, hasta puede ser más pleno y desinhibido, sólo es cuestión de que pongas real interés en el tema y decidas cómo quieres envejecer: feliz y acompañada por la persona que amas y que has amado toda tu vida, o con un extraño que te pone molesta y del que tampoco te puedes separar.
Quizás también puedas recurrir a bibliografía especializada o a un sexólogo y descubrir una sexualidad dormida plena de potencialidades y de la que te estuviste privando durante años por ignorancia. Amar o pelear, es tu elección, envejecer amándose es una buena forma de envejecer.
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