¿Eres de los que se oponen a todo?
Hay personas que se oponen a todo simplemente porque les gusta confrontar e imponer sus ideas. Esta es una actitud que viene desde pequeños, pero ahora de grandes, es momento de entenderla y controlarla.
Saber decir no cuando se estima que es necesario es una cosa, persistir en la oposición sistemáticamente por simple gusto, es otra. Y eso suele ocurrir en muchas personas cuyo “deporte” es el de estar del otro lado, ir por la otra vereda y contradecir todo tipo de decisiones o ideas.
Alguien esboza una idea de actualidad, el debate comienza y él ya está listo a mostrar toda una batería de argumentos para refutar las ideas de los otros… lo que adora es la confrontación y toma los debates como un cuadrilátero en el que puede brillar como excelente orador, pensador perspicaz… un narcisista.
Muchas veces la contradicción sistemática a los puntos de vista de los demás sólo esconde que la educación recibida fue “o demasiado rígida o demasiado liberal”, y no se puede encontrar el punto medio que permita escuchar y considerar otras ideas sin querer imponer las propias a todo precio.
La contradicción sistemática desde pequeños
Los niños tienen una etapa bien conocida, entre los 2 y los 4 años que se llama la etapa del NO.
“¿Vamos al parque?”. “No”, y al mismo tiempo están tomando su balde y su palita. “¿Tomas tu baño?”. “No”, y comienzan a quitarse el calzado… Ese es un aprendizaje de los límites, él necesita afirmar su personalidad, desde los tres años que se reconoce como “Yo” y dejó de usar su nombre para explicar sus necesidades, y antes y después de ese reconocimiento, comenzó a comprender que había límites pero, sin saber hasta dónde llegaban y qué pasaba si se los franqueaba.
Este espíritu de contradicción como aprendizaje de los límites y también de la convivencia, vuelve a manifestarse en la adolescencia de un modo menos simpático. Cuando el niño y el adolescente no encuentran la oposición necesaria para construir su personalidad, es probable que continúe durante la edad adulta buscándolos.
Igualmente sucede si el niño en lugar de no encontrar oposición a sus deseos encontró una mano férrea que le prohibió todo. Al llegar a la edad adulta, entiende que ya nadie puede decirle qué hacer ni qué pensar y comprende cada idea del otro como un mandato de obligación al que hay que combatir, porque le recuerdan el autoritarismo de sus padres, autoritarismo que padeció en silencio. Todo aquello que se vive como una demanda, más parecida a una decisión tomada que a un consenso, es rechazado obstinadamente por una afirmación de la personalidad mal entendida y a destiempo.
Las provocaciones permanentes en sociedad, desde la actitud en los debates hasta la oposición a las decisiones de la mayoría, sólo son una manera de seguir buscando límites (la actitud es aún peor si se acepta una idea de la mayoría con un disgusto evidente)
Si te sientes identificado con este tipo de personalidad, piensa con serenidad qué clase de confrontador eres y trata de ser más amigable, cuando dicientes puedes explicarlo sin pelear, y si la mayoría elige un plan puedes disuadirlo simplemente si estás convencido que otro es mejor, y no porque debe hacerse tu voluntad.
Déjanos tu comentario!