Cuando al perro le toca un baño
El momento de bañar a nuestro perro puede ser muy divertido, y una ocasión especial para estrechar vínculos. Veamos que precauciones debemos tomar y la mejor manera de higienizarlos.
Franklin P. Jones, famoso e incierto filósofo contemporáneo, regaló al mundo muchas ideologías que definen la cotidianeidad. Una de ellas es: “quien no sepa a qué sabe el jabón, jamás ha bañado a un perro”. ¡Y cuánta razón ha tenido al decir esto!
Bañar a un perro puede ser una travesía, un desastre divertido o una nueva forma de enjuagar paredes y techos de la ducha, dependiendo del tamaño y las características del animal. Lo cierto es que se puede transformar en un momento muy entretenido, ameno, y servirá para fortalecer los lazos con nuestra mascota.
Lo que hay que saber es que no debemos bañar a nuestro perro con mucha frecuencia, ya que podemos disminuir la grasa natural de la piel y provocarle mas daño que beneficios. Si bien para algunas razas es recomendable una ducha cada 15 días, quizás lo mejor es interpretar las actividades del can; cuánto se ensucia, cuánto se ejercita, qué tipo de pelaje tiene, la temperatura del ambiente, qué estación del año se está atravesando, etc. Recuerda que la humedad en ese grueso pelaje demora mucho en desaparecer, y el exceso de baños puede ser perjudicial.
Los productos de higiene deben ser adecuados. Si bien el shampoo para humanos deja su pelaje brillante, no son convenientes, debido a que pueden ocasionarles picazón, provocando irritación y daños en su piel. Lo mejor es utilizar jabones y productos especiales para cada animal, ya que además, suelen contar con el beneficio extra de incluir medicación o tratamientos contra pulgas, garrapatas y otros males. Antes de bañarlo, será mejor consultar con el veterinario para que nos recomiende el shampoo correcto.
Bañar a nuestro perro desde cachorro será fundamental para que se vaya acostumbrando, y ya después de varios baños, este momento se convertirá en algo divertido para ambos, más aún si le demostramos seguridad y cariño.
Si el perro tiene pelo corto será más fácil bañarlo. Podemos colocarlo en una bañera o en la pileta de lavar la ropa (fregadero), y sobre un tapete de goma, para que no se resbale y se sienta más seguro. No olvidemos colocar un protector en el desagüe para que los pelos del perro no atasquen la cañería.
En caso de que el animal tenga pelo largo o sea más grande, la labor se tornará un poco mas complicada, y es probable que sea necesaria la ayuda de alguien. Podremos bañarlo en una bañera, y si el clima lo permite, en el jardín… y a prepararse porque seguramente todos terminarán bañándose con él.
Antes de higienizar a nuestro animalito, debemos cepillarlo bien para retirarle la mayor cantidad de pelo suelto. También habrá que desatar los nudos, de lo contrario, el shampoo quedara enredado entre los pelos.
A la hora del baño, tendremos que mojarlo bien, preferentemente con una manguera con rociador, controlando previamente la temperatura. En primer lugar, lavamos el lomo, y luego la parte de abajo, mientras le vamos colocando el shampoo y haciendo unos mimos para que se tranquilice.
Refregamos luego el producto para ir quitándole la suciedad, y de paso le damos un masaje. Cuando lavemos su cabeza, hay que tener especial atención con sus ojos y los oídos. Luego, enjuagamos con abundante agua todo el cuerpo del animal, cuidando que no quede nada de jabón, ya que podría resecarle la piel o provocarle una posterior alergia.
Luego de este paso, secaremos nuestra mascota lo mejor que se pueda y de la manera que nos salga. Si se deja, usaremos toallas y quizás un secador de pelo a muy baja temperatura… de lo contrario, trataremos de que no se mueva mucho ni vaya corriendo al jardín a jugar, ya que si es así, quedará más sucio que antes.
En este momento es probable que se sacuda, transformándose en un “ventilador-manguera”, pero hay un pequeño truco que podemos aplicar para evitar, o al menos, reducir las posibilidades de que lo haga. Lo que haremos será secar primero su cabeza; es posible que luego de esto no tenga ganas de sacudirse.
Si es un día de mucho sol, lo más agradable será salir a dar un paseo para que corra y termine de secarse. Intentará revolcarse en el suelo, es normal, ya que no reconoce su nuevo olor.
Podemos continuar con una higiene mas profunda cepillando sus dientes. Hay que hacerlo con sumo cuidado. Cuando un animal roe un hueso, estará aseando sus dientes, pero si sufre de gran acumulación de sarro, podemos cepillar sus dientes con un cepillo de cerdas suaves y con una crema dental específica para perros. Si no contamos con una, entonces cepillaremos sus dientes sin crema dental, ya que el dentífrico para humanos les resulta indigesto.
Las uñas serán mejor cuidadas por un profesional, pero si tenemos apuro, podemos recortárselas con mucho cuidado, lejos de su pata, para no lastimarlo. Igual sucede con el pelaje. Tal y como ocurre en los humanos, el pelo constituye una defensa del organismo del can. Los peinados y cortes de estilo son elegantes, pero no siempre son los más adecuados. Antes de estilizar a tu perro, es mejor consultar con un especialista.
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