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abril 16, 2009

Esa manía de chuparse el dedo

Escrito en: Prensate Nº02,Salud

Por María Belén Picco – Odontóloga

Nena chupandose el dedoTodos los niños suelen chuparse el o los dedos o presentar una fuerte resistencia al abandono del chupete. Esta claro que este hábito afecta a muchos padres que se enfrentan cotidianamente ante la situación de no saber como erradicar este comportamiento en sus hijos.

La problemática de los hábitos orales no solo representa una preocupación para padres, sino también es motivo de visita cotidiana en los consultorios de quienes realizan odontopediatría.

Es de gran importancia entender el trasfondo que genera el problema, respetando ante todo al niño, quien expresa con su “mal” hábito, algún tipo de conflicto.

Los hábitos orales disfuncionales de los que hablaremos hoy, son:
- Succión digital
- Succión del chupete (se considera patológico
después de los 3 años)

Estos hábitos si no son tratados a tiempo, pueden generar alteraciones en el normal crecimiento y desarrollo de la región facial (paladar, huesos maxilares, lengua, labios, fosas nasales), modificando funciones normales como lo son la alimentación, la respiración nasal, la deglución, la acción y cierre normal de los labios, y la ubicación de los dientes en el recambio de los de leche por sus sucesores permanentes.

Estos malos hábitos actúan mediante la triple acción de intensidad, tiempo y frecuencia, es decir, de que forma lo hace, cuantas veces al día y durante cuanto tiempo.

Antes de determinar las consecuencias y el tratamiento, debemos preguntarnos cual es la causa de la permanencia del hábito (si el niño ya tiene más de cuatro años).

Según explican los expertos, el niño toma estos hábitos instintivamente como un mecanismo de supervivencia desde recién nacidos. El reflejo de la succión es el que le permite al niño alimentarse del seno materno, o en su defecto, de la mamadera. A través de estos hábitos es que el niño logra la sensación de alimentación, bienestar y seguridad.

“Es de gran importancia entender el trasfondo que genera el problema,
respetando ante todo al niño, quien expresa con su ‘mal’ hábito, algún tipo de conflicto.”

Cuando el pequeño es más grande y ya aprende a alimentarse, no necesita de este reflejo, pero esto no significa que lo pierda. Aparece en su lugar una función motora voluntaria que dura por el resto de la vida.

Investigadores como Freud, sostienen que el ser humano tiene una tendencia succionadora biológica. La razón de su teoría parte luego del análisis de ecografías, en las cuales puede observarse a bebés succionándose el dedo en periodo de gestación.

Otra teoría, denominada del aprendizaje, indica que la succión no nutritiva es una respuesta adaptativa. Por ejemplo, un niño asocia con el chupeteo, ya sea del dedo o chupete, sentimientos placenteros como saciedad, bienestar luego del hambre, diversión para momentos de aburrimiento, calma contra la presión o cansancio, tranquilidad, e inducción al sueño. De esta manera, el niño se acostumbra a succionar (un dedo, generalmente el pulgar, varios dedos, chupetes, objetos, etc.) con el fin de saciar estas necesidades.

Si estos malos hábitos se mantienen más allá de los 4 años, época de maduración del niño, es probable que exista algún trastorno psicológico al no ser capaz de hacer frente al stress cotidiano.

Corregir estos malos hábitos requiere de paciencia y atención. La interrupción abrupta de estas malas costumbres podría ser dañino para el desarrollo emocional del niño.

Lo importante es que aquí no interesa sólo el dedo, un diente, un grupo de dientes, sino la integridad del niño, es necesario respetarlo y tratar de comprenderlo, cada uno es singular y único, con su personalidad y sentimientos.

Para obtener resultados favorables en el tratamiento, el odontopediatra debe trabajar con un equipo multidisciplinario, integrado por ortodoncistas, pediatras, fonoaudiólogos, otorrinolaringólogos, psicólogos, entre otros. A su vez, este equipo debe llevar a cabo una labor educativa con los padres y el niño, al que se le permitirá participar en las decisiones que se tomen para su tratamiento, en definitiva, es él quien decide si quiere cambiar.

Chupete

Chupete

Como odontólogos tenemos la obligación de diagnosticar y tratar precozmente estos hábitos, respetando en todo momento la integridad física
y psíquica del niño, y la respuesta del grupo familiar. Los defectos pueden ser reversibles y de pocas consecuencias si se tratan antes de los cuatro años de edad, por lo que resulta importante consultar con un profesional cuanto antes para que la corrección de estos hábitos sea más efectiva y menos perturbadora para el niño.

Consejos para tener en cuenta:
Los padres deben “cargarse” de paciencia para ayudar
a que el niño abandone estos habitos. Una de las “técnicas” que se puede aplicar para lograr que deje de chuparse el dedo es darle algún alimento
para que mastique y de esta manera retire su dedo de la boca, evitando sustancias amargas, ya que el pequeño puede percibir la medida como un castigo.

También se puede prometer premios, por ejemplo, poniendo como desafío que cada día que pase mantenga su dedo fuera de la boca por más tiempo.
Es válido también colocar una cintita en el dedo que le recuerde cuando lo coloque que no debe hacerlo.

Los ortodoncistas suelen recurrir a aparatos “rompe hábitos” que consisten en unas parrillas intrabucales, el aparato va puesto en la boca e impide la entrada del dedo. Dichos aparatos se adecuan a la edad del niño, y deben estar supervisados por el ortodoncista que lo indicó y /o confeccionó.

Con respecto al chupete, es imposible pretender que el niño lo deje de un día para el otro, esta tarea puede llevar semanas, incluyendo noches en vela. Se puede hacer lo siguiente:
- Intentar que use el chupete solo para dormir.
- Festejar cada logro del niño por dejar el chupete.
- Explicarle a manera de cuento que ya es grande para usarlo.
- Asegurarse de hacer desaparecer todos los chupetes de la casa, pidiendo colaboración a niñeras, abuelos y maestras del jardín.

En esta difícil etapa, los padres deben ”armarse” de paciencia y acompañar comprensivamente a su hijo.

El hábito de chuparse el dedo trae las mismas consecuencias que el chupete, sólo que es más difícil de erradicar porque el dedo “no se pierde”.

Es muy importante mantener una comunicación fluida con el niño, respetando su edad y entendimiento, y explicando el daño que hace la permanencia por mucho tiempo del dedo o del chupete en su boca.

Esto suele llevar tiempo, pero los padres se deben mantener firmes, para que el cambio de éstos hábitos sea lo mas llevadero posible.

No deje de consultar con su odontopediatra, ellos serán siempre los que sabrán aconsejar y asesorar a los padres, en lo que refiera a salud bucal.

Recuerde que los controles en los niños se realizan a partir del año y medio de edad.

Od. María Belén Picco
MP 6611
belen_picco@hotmail.com


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