Trucos para mantener el parabrisas reluciente

La seguridad en la conducción de nuestro vehículo pasa por muchas cuestiones. La velocidad al conducir, usar el cinturón de seguridad, tener las luces, neumáticos y sistema del motor en condiciones, y otro aspecto que no es menor… la limpieza del parabrisas.

Si, quizás una mancha o suciedad en el lugar justo puede evitar que veamos otro vehículo, o un peaton, e impida que podamos frenar a tiempo, además de una cuestión estética ya que un parabrisas reluciente, acompañado de una limpieza del auto en su totalidad, hará lucir mucho mas nuestro andar.

Primero el truco que nos interesa. ¿Cuál es la mejor manera de limpiarlo?. Las claves son dos, utilizar un trapo que no deje pelusa, como una toalla o rejilla, y luego, limpiar con un preparado consistente en un litro de agua y una cucharada de shampoo. Este producto cumplirá muchas funciones, entre ellas, que el agua corra más fácil cuando llueve, y evitar las rayas y acumulación de polvo.

Para mantener limpios los cristales, aprovecharemos el momento de lavar el coche para cambiar el agua del depósito del limpiacristales automático. Agregaremos un chorrito de producto limpiavidrios en el mismo, para que esto facilite la limpieza mientras vayamos manejando. Nunca hay que poner detergentes o productos que produzcan espuma, ya que esto podría causar problemas de visibilidad al limpiar con este sistema mientras conducimos. Por otra parte, hay que revisar las escobillas cada tanto, para corroborar que estén en buen estado y que tengan un funcionamiento adecuado.

Luego de hacer un viaje o un trayecto largo, es probable que en los cristales y parabrisas hayan quedado insectos. Para limpiarlos, utilizaremos agua tibia y un trapo, antes de pasar las escobillas. Si seguimos en la ruta, podemos derramar una gaseosa de cola sobre el vidrio, o agua mezclada con un poco de vinagre, para limpiar luego con periódico. Esto facilitará la tarea.

Con la llegada del invierno, también es muy probable encontrarnos por la mañana con hielo o escarcha adherida a los cristales. Nunca hay que quitarla con agua caliente, ya que la diferencia de temperatura podría comprometer la integridad del vidrio. En cambio, podemos rociar con sal y luego con agua fría para aflojar el hielo. Una vez limpios, podemos remojar con un trapo embebido en agua y amoníaco para prevenir la nueva formación de escarcha, o también con agua y alcohol medicinal.

Hay un truco para evitar que se forme hielo sobre los cristales. Durante la tarde, cuando haga más calor, empaparemos los vidrios por fuera con agua salada y dejaremos que se sequen solos. Cuando se evapore el agua, quedará una finísima capa de sal, que impedirá la formación de hielo. También podemos rociar anticongelante para prevenir la escarcha, o quitar la que se ha formado.

Otra opción para quitar el hielo de manera simple es utilizar hilo dental, o la cinta de un viejo cassette. Sujetando ambos extremos con firmeza, quitaremos el hielo como si fuera una espátula, sin dañar el cristal.

La limpieza del interior de los cristales es igual de importante. Luego de limpiarlos, le daremos una pasada con un paño embebido en una mezcla de agua tibia y glicerina, secándolos luego con un paño suave o una gamuza, para evitar que se empañen en exceso. Hay que evitar tocar los cristales con las manos, ya que esto ocasiona que la grasitud propia de la piel se adhiera al vidrio, siendo después muy difícil de retirar, y causando problemas de visibilidad al tener la luz solar en contra. En tal caso, repasaremos con una gamuza suave, frotando suavemente y en forma circular, hasta que lleguemos a casa y podamos lavarlo apropiadamente.